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viernes, 5 de mayo de 2017

LA PRUEBA DEL MÁS ALLÁ. ENTREVISTA A EBEN ALEXANDER.



En el 2014 un periódico de difusión internacional publicaba una entrevista al científico y neurocirujano Eben Alexander, autor del libro "La Prueba del Cielo" en donde relató la impactante experiencia que protagonizó en el 2008, mientras estaba en coma por una meningitis. Sus estudios permitieron comprobar que la conciencia es independiente del cerebro y por lo tanto que la muerte no es más que una simple ilusión ya que, según él, a todos nos espera una vida eterna y de esplendor, más allá de la tumba.

Su ECM provocó un cambio radical en él, al pasar de ser un ateo radical, convencido de que la muerte era el final del camino, a ser un científico cuyas investigaciones empezaron a dar esperanza a millones de personas que, tras leer su obra, se sintieron convencidas de la existencia de una vida después de la muerte, pero también de un cielo y un Creador omnipotente.

Indudablemente, el libro de Alexander fue duramente criticado por los materialistas extremos, como el neurocientífico Sam Harris, quien comenzó a difamarle tachándole de aplicar una metodología acientífica e inadecuada, llegando a sugerir que su compañero no sabía nada sobre la ciencia cerebral, algo que, desde nuestro punto de vista entraría en contradicción con el curriculum de este científico que, entre otras cosas, estudió en las Universidades de Carolina del Norte y en la Escuela de Medicina de la Universidad de Duke, alcanzando el grado de Doctor, lugar en el que fue residente de Cirugía General, para después de certificarse en la Juan Americana de Cirugía Neurológica y el Colegio Americano de Cirujanos. Por si pudiese parecer poco, Alexander ejerció la docencia en la Universidad Duke, en Harvard, en Massachusetts y en la Universidad de Virginia, y ha llevado a cabo su carrera profesional en el Hospital de Boston, en el Instituto de Cáncer Dana-Farber, en el Hospital de Massachusetts y en el Hospital General de Salud Central de Lynchburg. 

Frente a estas críticas, el científico respondió en noviembre de 2012 con un contundente artículo publicado en Newsweek: "Mis sinapsis - los espacios entre las neuronas del cerebro que soportan la actividad electroquímica que hace esta función cerebral, no solo se vio comprometida durante mi experiencia. Estuvo detenida. Solo los focos aislados de las neuronas corticales profundas seguían con una pulverización catódica, pero no las amplias redes capaces de generar algo parecido a lo que llamamos "conciencia", pues las bacterias E. coli que inundaron mi cerebro durante mi enfermedad, se encargaron de eso. Mis médicos me han dicho que de acuerdo a todas las pruebas del cerebro que hicieron, no había manera de que funciones como la visión, la audición, la emoción, la memoria, el lenguaje o la lógica hubiesen quedado intactas."

Ante las preguntas del periodista, el doctor Alexander respondía que su concepción del cielo tras su propia ECM, se había visto influenciada por su tradición cristiana y su larga carrera como neurocirujano. Reconoce también que la reencarnación es necesaria para entender la naturaleza de Dios, y que la conciencia no se limita al cuerpo físico sino que se extiende más allá de la muerte física. 

Según el científico, el principal problema a la hora de afrontar la problemática de las ECM, radica en el enfrentamiento entre los propios científicos y la fe, pero solo entre los extremistas de ambos lados, los materialistas más intransigentes y los fundamentalistas religiosos, cuya miopía intelectual habría impedido ver las evidencias que nos proporcionan los pacientes que han sufrido una de estas experiencias.

Posteriormente, Alexander reconoció las dificultades por las que pasó después de salir del coma y contar sus propias vivencias. Las primeras contradicciones les afectaron de forma personal, porque como reconoce en la entrevista él era de naturaleza escéptica pero los hechos parecían demasiado evidentes. Sus exámenes neurológicos y las valoraciones de laboratorio, todas parecían apuntar en una misma dirección: su cerebro se había apagado y por lo tanto era totalmente imposible que tuviese cualquier tipo de actividad capaz de producir imágenes y sensaciones como experimentó, para él "Una meningitis tan severa como la que padeció era el perfecto modelo de la muerte porque destruye el neocórtex". Tuvo por lo tanto que aceptar, después de meses de estudios, que su experiencia no ocurrió en su cerebro, sino en un campo de realidad distinto. Desde entonces empezó a interpretar la realidad física de forma más mística, bajo su convencimiento en la existencia de un ser todopoderoso y pleno de bondad. En sus propias palabras "Dios está intrínsecamente ligado a nuestra conciencia, y a la eternidad de nuestras almas". El anterior científico, racional y experimental, dio paso a sur más humilde y menos temeroso de la muerte, dijo finalmente en la entrevista. 

Tampoco se olvidó Alexander de los casos de suicidios relacionados con las ECM. En este caso la revisión de sus vidas es trágica por acceder al conocimiento del amor de Dios y la pena que genera entre nuestros semejantes al vernos partir. Lo realmente curioso, afirma el científico es que los que intentan suicidarse y tienen una ECM, ya no lo vuelven a intentar jamas. 

 En cuanto a la idea del infierno Alexander ofrece una visión marcada por las influencias orientales y cristianas a las que hemos hecho referencia. La vida del humano debe de estar marcada por la compasión y el perdón, para ir ascendiendo en las distintas encarnaciones que tenemos hasta fundirnos con la divinidad. En nuestra libertad, si elegimos el camino incorrecto, y si provocamos dolor y sufrimiento a aquellos que nos rodean, se verá reflejado en la revisión de nuestras vidas después de nuestra muerte física. 

Curiosamente, esta última afirmación del neurocirujano nos aproxima de nuevo a la idea de ultratumba de la religión egipcia y de su famoso juicio para alcanzar la vida eterna.